miércoles, 1 de septiembre de 2010

La expulsión de los moriscos

Comenzó este siglo con la expulsión de los moriscos y el drama que representó no sólo para quienes tuvieron que marchar hacia las tierras de África sino también para el mundo pueblo de Montaverner, el cual sufrió una merma de población.
Por un parte en la demarcación parroquial dos poblados, Colata y Vistabella, sufrieron el abandono y desaparición, cuyo único testimonio de su existencia fue la ermita y la casa agrícola construída por el Marqués del Rafol, sirviéndose de las piedras dejadas por sus antiguos habitadores. Por otra parte la despoblación de los pueblos moriscos vecinos (Bufali, Alfarrasí, Benissuera,…) llevó a mermar la población cristiana de Montaverner, cuyos habitates marcharon a repoblar estas tierras.
Así merece resaltar el testimonio del Dr. Joseph Esplugues quien en el Llibre de l’Esglesia Parroquial detallando las fiestas anuales celebradas en Montaverner y en concreto las dedicadas a los titulares Juan y Santiago, explicando el motivo por el cual fue suprimida la fiesta de San Juan Evangelista. Así afirma lo que sigue:
“en lo sigle quinse que este poble es componia de xixanta families de Christians vells no es pot ductar que el poble fea festa cada any als dos Apostols Titulars a cada u en son dia propi y perque quant als principis del sigle detse inmediate pasat, pati esta Poblacio la major ruina en ocasio de la expulcio dels moriscos, anantsen moltes families a poblar les terres circumveines que avien quedat despoblades unes per sancer y atres en bona part, de modo que sols quedaren en este Poblat trenta families” .
“en el siglo quince en el que este pueblo se componía de sesenta familias de cristianos viejos [no moriscos, descendientes de los primeros repobladores] es indudable que el pueblo hacía fiesta cada año a los dos Apóstoles Titulares, a cada uno en su día y por cuanto a principios del siglo dieciséis, inmediatamente pasado, sufrió esta población la mayor ruína con ocasión de la expulsión de los moriscos, marchando muchas familias a poblar las tierras de alrededor que habían quedado despobladas, unas por entero y otras en gran parte, de modo que sólo quedaron treinta familias”
Nos consta en el Quinquelibri I los siguientes niños bautizados en 1600 por mossen Pere Leandro Sanchis: Joan, hijo de Miquel Valencia e Isabel Navarro; Isabel Juan, hija de Jaume Gorri y de Geronima Sicayat; Joan, hijo de Llois Abraham y de LLoisa Geit; Frances, hijo de Gaspar Cameta y de Hipólita; Úrsula, hija de Marti Sadoch y Vicenta Pasen. En 1603 fue bautizado Pere Juan Gorri. Un año después su hermano Miquel. Y en 1609, vísperas de la expulsión, recibieron el bautismo: Gaspar Abraham, hijo de Pere Abraham e Ysabet Ayat; Jeronima, hija de Joan Rabui y Esperanza Humeyt; Francisca de Paula, hija de Vicent Micó y Francisca Calamja y Joan, hijo de Gaspar Cameta y Angela Gaz .
Pero el drama alcanzó a estas buenas gentes cuando fueron obligadas a abandonar sus tierras. Como testimonio los que quedaron en nuestra tierra, quien sabe si por orfandad o porque los padres prefirieron dejarles aquí a tener que sufrir su incierto destino. Un niño, una adolescente y dos jóvenes fueron bautizados entre octubre y noviembre del siguiente año, en 1610: Vicent Josep S. (3-4 años), Joan (18-20 años), Hipolita (11-12 años) e Isabet (12-13 años).